El siguiente relato ocurrió en un examen oral.
PROFESOR: De las siete preguntas de que consta el examen, ya te has equivocado en tres preguntas, y sólo nos queda una. Tu aprobado o suspenso depende completamente de si aciertas o no la próxima pregunta. ¿Te das cuenta?
ALUMNO: Sí. Me doy cuenta.
PROFESOR: El estar nervioso no te ayudará.
ALUMNO: Ya lo sé. Trataré de tranquilizarme.
PROFESOR: Y esta es la pregunta. Recuerda: todo depende de si contestas esto bien o mal.
ALUMNO: Sí, sí, ¡ya lo sé!
PROFESOR: La pregunta es ésta: ¿Aprobarás este examen?
ALUMNO: ¿Cómo voy a saberlo?
PROFESOR: Eso no es una respuesta. Debes darme una respuesta clara, sí o no. Si contestas bien, aprobarás; si no, suspenderás. ¡Así de simple!
La cuestión no le parecía nada simple al alumno. La verdad es que cuanto más pensaba en ello más confuso se sentía. Y de repente cayó en la cuenta de algo muy interesante. Si contestaba una cosa, el profesor tendría la posibilidad de aprobarle o suspenderle, como más le complaciera. Si contestaba lo otro, sería imposible que el profesor le aprobara o le suspendiera sin contradecir sus propias reglas. Como el alumno tenía más interés en no suspender que en aprobar, eligió la segunda alternativa, y contestó de una manera que confundió por completo al profesor. ¿Qué respuesta dio?
Supongamos que contestara que sí. En este caso el profesor podría suspenderle o aprobarle, como prefiriese. Si le suspendía y el alumno preguntaba por qué, el profesor podría decir "Contestaste mal la última pregunta, después de todo dijiste que ibas a aprobar y no fue así, y como la última pregunta estaba mal, tienes que suspender". Pero el profesor podría igualmente aprobarle y decir "Dijiste que aprobarías, y como ha sido así, tenías razón, así que contestaste bien la última pregunta, y por eso apruebas". Desde luego los dos razonamientos son circulares, pero ninguno de los dos es peor que el otro.
En cambio, si el alumno contestara que no, el profesor no podría ni suspenderle ni aprobarle. Si le aprobaba, el alumno habría contestado mal y habría suspendido. Si le suspendía, el alumno habría contestado bien y habría aprobado. Así que el profesor no podía ni aprobarle ni suspenderle.
Como el alumno tenía más interés en no suspender que en aprobar, contestó "No" y fastidió al profesor por completo.
9 comentarios:
Motivación orientada hacia el éxito o motivación para evitar el fracaso, creo recordar que ya hemos estudiado algo de esto.
Cuanto más altas sean las motivaciones del alumno más posibilidades tendrá de llegar alto.
Estoy de acuerdo con tu comentario Javi, aunque hay que ver a que extremo a llegado el alumno de tener mas interes por no suspender que de aprobar. Aunque obviamente su razonamiento le llevo al exito, quizas por un INSIGHT.
Carlos, yo no estoy de acuerdo contigo ya que mediante el Insight, el alumno habría encontrado la respuesta al problema, que sería el responder bíen y aprobar y no se conformaría con no suspender.
Lo que no me queda muy claro, es si el profesor se preocupaba porque el niño aprobara o estaba deseando suspenderlo...
Solamente por la reflexión del niño ante los dos tipos de respuesta y la reacción del profesor que ello conllevaria yo le habría aprobado
¿Qué edad se supone que tiene el alumno?
Carlos, ante esta deducción solo queda esperar que el niño ha alcanzado su pensamiento formal como bien dice Piaget, nada de apoyarnos en el INSIGHT. Además como muestra de ello podemos apoyarnos en su lógica sobre lo abstracto, lo que no tiene delante.
¡Qué bárbaro!
¡Qué dominio del lenguaje educativo!
Así me gusta.
Increíble reflexión del alumno, yo creo que eso no entraba en los planes del profesor que le quedaría totalmente desconcertado. Buena forma de enseñanza para la reflexión del niño dejando atrás el mando directo.
Mal asunto si tenemos que llegar a ese punto en un examen jeje. Mejor aprobar 3 de 4 preguntas y dejarnos de lios.
Menos Piaget Bea...
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